domingo, 22 de agosto de 2010

Zezenzaleak 14

Hemos colocado en el almacén de documentos de p.t.campera@gmail.com, la revista zezenzaleak correspondiente al año 2010 con el nº 14

Teneis que hacer clic en el siguiente enlace:

ttps://docs.google.com/fileview?id=0B-YmCE9h9g5-Zjg3ZGE4ZDEtYjkxNi00OTViLTg3MDYtNDQ3ZTc4ZjNlYzUx&hl=es.

domingo, 8 de agosto de 2010

LOS TOROS Y LA LIBERTAD

No transcurren los mejores tiempos para los toros; cualquiera que sea su destino final, sino hacemos algo importante, en cuanto a esfuerzo por el mantenimiento de lo que durante siglos ha venido siendo su vida y su muerte, terminarán extinguiéndose o quedarán unos cuantos ejemplares en zoos para solaz de los que tanto cariño tienen por los animales. Dudo mucho que un animal como el toro, que no puede vivir sin libertad sobreviviera con su natural bravura, con su figura altiva e imponente. ¿Habríamos ganado algo? Sinceramente creo que no, habremos perdido nuestra historia en países tan diversos como España, Francia, Perú, Colombia, Portugal o México sin ir más lejos. Porque, no lo olvidemos, en gran medida es nuestra historia. O, ¿acaso grandes acontecimientos sociales o políticos no han estado conectados de una u otra forma con el toro?

Mucho se viene hablando sobre la fiesta de los toros como algo cruel y sin sentido, que sólo desde la barbarie y la falta de sentimientos puede ser comprendida. La mayor parte de los que así piensan y muestran su rechazo a la tauromaquia, por regla general, son esos mismos “anti” que incluso de forma violenta, condenan y se oponen a todo lo que no coincide con sus opiniones, sus gustos o sus deseos, ignorando todo lo que se esconde detrás de lo que llamamos “fiesta”, pero se quedan impávidos ante tanta lacra social como se extiende por el Mundo. No admiten razonamientos sino los suyos, no escuchan, sólo hablan, o quizá gritan para reprochar lo que consideran una salvajada. Todos los seres vivos mueren y nadie o muy pocos escogen la forma de su muerte. Los dioses o la Naturaleza son los encargados de ejecutar esta sentencia. La mayor parte de las veces la muerte de un ser no es más que la subsistencia de otro y casi siempre esa muerte es violenta y cruel. El espectador es la propia Naturaleza, que no necesita examinarse a sí misma para sentirse ecuánime y realizada. Nadie, absolutamente nadie la puede juzgar y menos condenar.

Como son muchas las personas que con grande formación intelectual y muy diferente forma de pensar quienes han argumentado a favor de la Fiesta de los Toros, aportando razonamientos de profundidad que justifican la celebración de las corridas, yo en esta ocasión no voy a entrar en más razonamientos; ahí están para quien tenga la voluntad de informarse y comprenderlos. Sí quisiera dejar claro por mi parte que, una cosa es una corrida de toros, conforme a la exigencia de un código concreto que debe cumplirse y otra son ciertos llamémosles festejos que, llamándose tradicionales no encajan en el ortodoxo término de Tauromaquia, y que quien escribe este artículo está en completo desacuerdo con dichos ¿festejos?
Sí, muere el toro, porque está hecho para morir después de una vida libre y placentera, con los cuidados más exquisitos, pero esto no es una frivolidad; son muchas las secuencias hasta esa muerte, es un mundo lleno de misterio, comedia, drama y tragedia, de economía, de ecología, de sentimientos ocultos dentro de quienes componen la Fiesta.

Ese mundo ha sido descrito por eminentes escritores, poetas, sociólogos y hasta políticos, donde se ha reflejado, dolor, alegría, espanto, admiración, impacto, emoción. Cómo ignorar la universitaria y culta ciudad de Pamplona, la ópera Carmen, las decenas de películas filmadas, los versos de elegía o las rimas al valor y a la plástica que el toro ha demandado, tanto en la dehesa como en el coso de tantos cientos de poetas (eran todos unos crueles desalmados): Lorca, Gerardo Diego, Alberti, Cossío, etc. ¿Es la Tauromaquia algo sin fundamento o una representación muy seria de la vida y de la muerte, con sus gritos, olés, aplausos o espanto? Podrá no gustar, pero es algo demasiado trascendente que no se debe tratar con ligereza ni desprecio.

Las guerras son infinitamente más horribles aunque muchos de quienes gobiernan el Mundo, elegidos por nosotros nos han dicho que son necesarias; en cambio algunos de ellos prohíben las corridas de toros. Qué contrasentido.

Cuando tantos y tan competentes personajes vertieron ríos de tinta con literatura florida, glosando desde múltiples ámbitos la Fiesta de los Toros, yo no puedo, con mi pobreza de conocimientos, más que pedir algo tan sencillo como libertad para admitirla o desecharla, pero nunca para prohibirla, si además, no es el sentimiento de compadecencia hacia el animal sino esa política fangosa y partidista que prevalece en la búsqueda del voto y es capaz de los mayores desafueros, basculando en cada momento hacia donde mejor sople el aire a su favor, razón de más.

Sí, la Fiesta seria del toreo exige de libertad. El que quiere la contempla y el que no, la obvia.

Eso es libertad.

Desde la Peña Taurina Campera                                                                                   SILAX M.

 

Anagrama

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