domingo, 27 de febrero de 2011

Información al socio

Estimados socios de la Peña Taurina Campera:

Como socio de la PEÑA TAURINA CAMPERA y, con el ánimo de colaborar con la misma en mutuo interés de la compañía que represento y de los socios de la Peña, me complace realizar la siguiente oferta para los socios, en la actividad de la abogacía y todo ello conforme a las siguientes CONDICIONES:

-OFRECIMIENTO DEL 20% DE DESCUENTO EN LOS HONORARIOS, en los procedimientos judiciales y asuntos extrajudiciales que se nos encomienden, tanto sea de procedimientos civiles, penales, mercantiles, laborales, divorcios, herencias, contratos, despidos, pleitos, acuerdos, conciliaciones y todos aquellas derivaciones en las que participemos tanto abogados como economistas de nuestro despacho IBARRA ABOGADOS, SL.

Dicho importe se abonaría al cliente en el momento de pago de las minutas correspondientes, sin esperar a liquidación alguna y, todo ello mediante la entrega a la Peña Taurina Campera de la cantidad correspondiente, que hará llegar dicha comisión a las personas interesadas que hayan utilizado nuestros servicios.

Para mayor información os comunico otros contactos:

AITOR IBARRA; Abogado

TFNO. 605718858

IBARRA ABOGADOS, S.L.

DIRECCIÓN: Alameda Rekalde 77, bajo, Oficina junto a la entrada al local de la Peña Taurina.

WEB: http://www.ibarraabogados.com

http://www.ibarraasociados.com

EMAIL: ibarraabogados@ibarraabogados.com

info@ibarraasociados.com

miércoles, 16 de febrero de 2011

EL TXOKO

Es ante todo acogedor, con un ambiente de rusticidad que lo hace cálido y hogareño. En alguna otra parte se le llama “La Sociedad”. Su mobiliario, casi siempre, con maderas nobles y envejecidas, su cocina, como condición sine qua non para certificar ese nombre de txoko, una decoración variada a gusto de la tendencia social de sus socios: caza, pesca, futbol, micología, música, pintura, la tauromaquia, o simplemente la gastronomía, donde ni la política ni la religión tienen cabida como elementos de análisis ni discusión, le confieren como lugar de esparcimiento, de relaciones entre la gente más plural y de cualquier estrato social, donde las principales premisas son la igualdad, la fraternidad y el buen entendimiento entre quienes lo frecuentan, siempre prestos a ceder pan y sal al socio de al lado.

Es el txoko (rincón, esquina,) ese local que en la mayoría de las veces se ubica en cualquier parte del barrio o la ciudad, en un sótano que en su día pudo ser un almacén de hierros, carbón, telas, papel o cualquier otro producto de compra-venta y que cesó en su actividad de negocio en cuestión. Otras veces, y no las más frecuentes, fue adquirido desde nuevo en una entreplanta o una planta baja para la función específica de txoko.

La jornada ha sido dura. El comercio, la fábrica, el taller, la oficina, allí se trabajó todo el día para sacar el negocio, para que la vida siga; para cumplir con la obligación, para crear esa riqueza necesaria que bien repartida nos proporcione el mejor de los pecunios para una vida mejor o, en el mejor de los casos, para sentirnos realizados como seres racionales y con ambiciones propias. Después es necesario, absolutamente necesario el solaz. Éste puede ser encontrado en el hogar, con la familia, con la esposa y los hijos, en el deportivo, en el gimnasio, paseando por la calle o por el parque más próximo con un libro entre las manos, con la pintura, la música y cientos de actividades que hacen del hombre un ser creativo y divertido.

A veces, desgraciadamente, después de ese horario del trabajo programado con el que tratamos de ganar las alubias del dinero, nos acucian otras obligaciones casi siempre penosas, a las que hay que hacer frente también. Para que la vida siga. No es necesario hacer mención de tales necesidades.

Para aquellos, y son muchos, que tienen la suerte de disponerlo, siempre quedará el txoko. Sí, el txoko. Como sitio ideal para la evasión con unas partidas de Mus, unos “txikitos” de vino en conversación amena mientras el cocinero –ese al que le ha tocado “oficiar”- hace sus esmeros en la cocina con la preparación de una cena, o una comida en los fines de semana, unas veces frugal y otras no tano, en la que, las cebollas, los ajos, los puerros, los pimientos, bailan con el aceite de oliva dentro de la sartén o marmita al compás de la danza del fuego en espera de sopa de ajo, purrusalda, estofado, migas de pastor, alubias de puchera o menestra rica rica.

Y al llegar buena ocasión, nada que envidiar al mejor chef; que entre la gente tchokera se tiene a gala y oficio la adoración a Afrodita, diosa que se recrea en lo exquisito. En los fuegos del hogar se logran obras de arte con la carne y el pescado: Ragú, chuletón, solomillo, y de mil maneras guisados, anchoas en rebozo, bacalao de pil pil, vizcaína, ajo arriero, a la riojana o como se venga a gana, que siempre hace buen juego con las más variadas salsas, la merluza en salsa verde o “albardada” con huevo y harina, lubina, dorada o cabracho a la plancha, o los chipirones; ay… los chipirones, esos revueltos de setas con espárragos trigueros. Y lo que a mano venga, como esas morcillas caseras, el choricito a la sidra. Todo tiene buen registro en la bendita cocina. Hasta se borda el marisco como cosa rica y fina. Ay…como quedan en recuerdo las angulas de la ría… Que ricos postres con adorno en golosina, que cuajaditas con miel como cosa asaz divina….

Y si además de adorar a esa diosa Afrodita, se pone altar a Dionysos y con devoción se cumple en ritual comedido, queda el txoko convertido en la mejor catedral, donde rezan los amigos a favor de buena vida y la mejor amistad.

Silax M.

sábado, 12 de febrero de 2011

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