martes, 24 de septiembre de 2013

EL ENCIERRO; LA OTRA CORRIDA

Fresca llegó la alborada                      Garrochista1

de rocío y de relente,

el Sol avisa que llega

vestido de justiciero,

hoy se correrá un encierro

y él será el presidente.

 

Fresquita está la mañana

de churos y de aguardiente,

huele a la hierba segada

y al bálago de la era

recogido en la besana.

 

Los mozos se desperezan

y sacuden la resaca

de una noche de verbena;

son las fiestas del Patrón

con noches de Luna llena.

 

Seis jinetes a caballo                                                                                                                                                                Imagen tomada en la Red

cuando aún es madrugada,

guían a cuatro cabestros

y éstos a la manada:

seis toros bien presentados

con la testuz levantada.

 

Despacio van los vaqueros

a lomos de sus monturas,

a paso lento en la vega

templan a las bravuras,

despacio van los toritos

en su final aventura.

 

Desde las casas del pueblo

mirando en las azoteas,

se atisba la polvareda,

ya vienen por la Barcera,

ya pronto estarán muy cerca.

 

Unos mozuelos del pueblo

toreros de ensoñación,

citan desde un paredón

sin capote ni señuelo,

a saber con qué intención.

 

Poco a poco, el Sol despierto,

el pueblo se ve cercano,

las calles empalizadas

hacen acopio de gente

que tiene que estar presente

al paso de los astados.

 

Cientos de mozos se mueven

calle arriba calle abajo

sopesando posición,

los unos ojo avizor

otros como espantajos.

 

Se hace grande el griterío,

los nervios están hirvientes;

los vaqueros a caballo

espolean a su albedrío,

la tauromaquia se enciende.

 

Se apartan los caballeros,

los toros y los cabestros

tienen camino a su antojo,

y aquí es proclive el siniestro

aquí se miden los mozos.

 

Laten los corazones

con pálpitos muy seguidos

el aire se recalienta,

es el tiempo del estío,

se agolpan las emociones.

 

Un cosquilleo por el cuerpo

te dice que estés atento,

que si sigues en la calle

tú no pierdas el sentido

ni te quedes descubierto.

 

El miedo queda escondido

y segrega adrenalina,

y la vista es el sentido

que te ubica en la corrida

donde te has comprometido.

 

No más de siete segundos;

eterno tiempo en la lidia

confiando en el azar

confiando en la pericia,

en ese juego fugaz.

 

Ni capote ni muleta,

ni ciencia de torería;

valor y velocidad

y tener muy bien en cuenta

donde se debe parar,

y terminar la porfía.

 

Siete segundos eternos

de tensión muy comprimida

siete segundos eternos

donde está en juego tu vida

entre el Cielo y el Infierno.

 

¿Resultó algún corneado?

Y cuántos son los heridos.

El santo patrón del pueblo

de pronto se ha presentado

con un capote tendido

y a todos los ha salvado...

 

Hay un bando del alcalde

que recita el pregonero:

no hay muertos en el encierro

tampoco ningún herido.

siga la fiesta en el pueblo

y sean todos bien venidos.

 

Ahora tocan a almorzar

dentro de una bodega

buena vianda que yantar

y también buena bebida;

un poco de siesta luego,

y después, a la corrida.

Así se celebró el encierro.

SILAX M.

secretario de la Peña Taurina Campera.

Agosto de 2013

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