LA LIDIA A LOMOS DEL VIENTO

El paso del viento es flojo
Cabalgando en la calima,
Y llega hasta las encinas
Después de pasar rastrojos.

Trae el viento con cachaza
Las notas de los clarines,
Ordenantes serafines
Que cambian suerte en la plaza.

La tarde salió de siesta,
Y el pasodoble se escapa
Con revoleras de capa
En anuncio de la fiesta.

Acariciando las jaras,
El aire de allá, de lejos,
Trae los ruidos de un festejo
Que está en la suerte de varas.

Y en esa tarde de agosto,
Ya no es el calor primicia,
El Sol hace su justicia,
Con cruel castigo en el rostro.

Y se alternan las cigarras
Con su canto impenitente
Con un grito de la gente,
¡Ay, muchacho, que te agarra!

Aplausos vienen corriendo,
Y se acercan en tropel;
Vienen de aquel redondel,
Un diestro se está luciendo.

Ora rasgan los silbidos
El aire recalentado,
Y lo hieren de costado,
Dejándolo malherido.

Y el viento se va despacio
Sobre la tarde torera.
El tendido y la barrera
No le conceden espacio.

El olor de los jarales
Y el bronce de los rastrojos,
Se conjuntan a su antojo
Con el son de los timbales.


Se agolpan las sensaciones
En la tarde del estío,
Y en abierto desafío,
Me vienen divagaciones.

Comedia, drama o tragedia,
El viento trae por bagaje;
Siendo ese su equipaje,
Trae el viento cosa seria.

Sin peto y sin atalajes,
Un hombre y un animal,
Cada uno en su coraje,
Se retan de cual a cual.

La lid no tiene cuartel,
Que lo dice el tribunal,
Y será de igual a igual.
Uno ganará el laurel.

El humo de los vegueros
A espesar el aire empieza,
Abanican los sombreros,
Los caballos se enjaezan.

Preámbulo de comedia
Que a un drama deja paso,
Un reloj da cinco y media,
Los diestros hacen repaso.

Sale el contendiente astado
Luciendo espadas de nácar,
El otro va por su lado
Con señuelo rosa y gualda.

Los ángeles hacen coros
Con canciones desgarradas,
La muerte pone decoro
Con verónicas rizadas.

Se hace fiesta la tragedia,
La emoción invade el alma,
Se muere a las seis y media,
El viento se quedó en calma.

Lloran los fresnos al toro
Que vieron sobre su suelo,
Llora el viento sin consuelo
Sobre la hierba de oro.

SILAX M. Enero de 2003